La "Rosa dels Temp(o)s), la "Rosa de los T(i)empos", habla del tempo al que trabajo, del espacio, de la mirada, del tiempo y de su relación generadora con el paisaje.
El proceso empieza con la búsqueda de un protagonista adecuado a la historia que quiero contar. Lo encontré en la Vega del Moll, Morella (Cs), cercano al Mas del Dolço. Fue una aparición, pero no casual. Estaba buscando exactamente aquel árbol, aquel espacio, aquel territorio y sabia que a través de los quilómetros aparecería.
Posteriormente vinieron los viajes, el tiempo compartido, la búsqueda, el diálogo, el conocimiento. Siguiendo un tempo, lento, casi adagio, de pasear, sentarme, pensar, meditar, hablar con el dueño del terreno, conociendo la historia del árbol, empapándome del lugar. Las imágenes iniciales, la decisión del encuadre, de la óptica y focal, la profundidad de campo, el balance de blancos, la búsqueda de mi mirada estética, mi manera de relacionarme con el chopo y su manera de relacionarse conmigo cedieron paso a la estructuración de la serie. Quería dotar al proyecto de una singularidad que resaltase un desnudo y anónimo pedazo de territorio que estaba convirtiendo en paisaje, y que al mismo tiempo dejase rastro de mi presencia. Entre el “descubrimiento del sitio” y las primeras imágenes de la serie transcurrió un intervalo superior al año; tiempo que necesitató el proyecto para madurar. Al empezar, no podia precisar el final. Deseaba tener imágenes tomadas durante un par de años. Mi intención inicial era, en un intérvalo mas o menos mensual, visitar y fotografiar el cambio que ha opera el tiempo en el árbol, el territorio circundante y en mi mirada.
En diversas ocasiones aparece por allí el dueño del terreno. La extrañeza con que me mira, seguida de sus preguntas al responderle sobre lo que estoy haciendo me recuerda los comentarios de Cézanne sobre los “paysans” de Sainte-Victorie y la forclusión de la que habla A. Berque. En otra ocasión me habla de las cicatrices y caídas de ramas que los rayos le están causando en los últimos años. “Aunque parece un ejemplar solido, esta podrido por dentro”. Su última visita es la que me resulta mas dolorosa: está decidido a cortarlo pues teme que caiga y mate a alguna de las vacas que pacen a su sombra. Esta “sentencia de muerte” es mas dolorosa pues cada vez que voy a visitar el árbol, pienso que es posible que ya no lo encuentre con vida. Estoy fotografiando esa “casi última imagen” de las que habla Pascal Quignard?, estoy fotografiando esa muerte que se refleja en todas las fotografías?.
Paralelamente a las visitas al árbol, visito a mi tia Patro, de 103 años, y no puedo dejar de establecer el paralelismo acerca de la última visita, de esa última fotografia, de ese último tiempo que compartimos, paseando o recordando el pasado, que puede que sea el último. En nuestro último encuentro me habla de la muerte con una naturalidad extenta de dramatismo, aceptada, serena que me resulta esperanzadora, a mi, una persona con las reflexiones que me hago actualmente. Me reafirma en mi vision de que las imágenes del proyecto no necesitan del dramatismo. Pueden expresar serenidad al tiempo que las acecha una motosierra que lleva grabadas las palabras “Nenimi parco” en la espada. El punto culminante de nuestro encuentro de este día es cuando la tía Patro, que tanto me recuerda a mi difunta madre, me muestra una foto de cuando tenia 4 o 5 años.
Mi idea inicial, que es la que seguí, se estructuraba en imágenes formadas por la multiexposición de ocho disparos, circundando el árbol con paradas cada dos cuartas : N-NE-E-SE ... que abarca y describe toda la anatomía del chopo. Es la imagen, al igual que los árboles, contenedora del tiempo. Finalmente, lo que queda es la mirada estética personal, sobre un territorio anónimo, definiendo un paisaje; un tiempo que estamos compartiendo y que nos estamos dedicando mutuamente; la recreación personal en el tempo grave, lento, de mi trabajo, la empatía que generan nuestras miradas.
Y todas las reflexiones que me va inspirando el momento, muy centradas en la carga emocional que transciende la visita familiar y los paralelismos entre las dos fotografías del día, la de mi tía-árbol y la del mi árbol-tía.