MARINAS

 

 

¡THALASSA, THALASSA!

Cuando los 10.000 mercenarios griegos al mando de Jenofonte llegaron a Trebisonda, a orillas del Mar Negro, hubo un clamor general: "Thalassa, Thalassa" "El mar, el mar".  Un pueblo eminentemente marinero como el griego sabia que el mar era su salvación, su casa. Nada importaba de lo que les esperase. Sabían que el mar les llevaría  a su hogar. La Anabasis, cuyo significado griego seria algo parecido a viaje, expedición hacia el interior, no podría mejor definir mi actitud hacia la fotografía.

Haber nacido y vivir junto al mar, aunado al hecho de  haberlo navegado durante años hace que lo sienta como mi hogar.  La vida, cuando se navega, se ralentiza. Las horas y los dias se suceden muy lentamente. El olor de la tierra, de la vegetación, de la contaminación desaparecen y surgen de nuevos. Aprendes a conocer los olores del mar. A captar sus diferentes colores. A notar qué es lo que está sucediendo a lo lejos mediante la  interpretación de  sus movimientos, de sus olas, en sus diferencias de colores y de olores. Ves discurrir el paso lento de las luces del atardecer o del alba. Aprendes a sentirte seguro en medio de la noche.

Todas estas sensaciones son las que intento mostrar en mis imágenes. No me interesa mostrar un mar bravío y enfurecido, de cielos amenazantes y olas rompedoras. Me interesa mas el mar que da serenidad , calma, tranquilidad y sosiego. El mar hogareño, que vieron los hoplitas de Ciro el Joven.

Por eso son imágenes que quieren transmitir mis particulares sensaciones y emociones, sin paisajes definidos, con pocas referencias a la tierra; solo manchas que evoquen al mar y a aquello que este me remueve en el interior.

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